Barcelona abunda en lugares mágicos, centros culturales, lugares productivos, motores económicos, sinergias sociales, oportunidades dinámicas y numerosas delicias cotidianas. Nos enriquecemos y nos llenamos de energía en estos espacios creados colectivamente. Pero hacia afuera, el tsunami urbano gana impulso... e invade el territorio con velocidad y potencia. Parecemos paralizados, observando la urbanización de nuestra periferia urbana. Por desgracia, el resultado no deja ninguna oportunidad de reconstrucción o restauración rápidas de los edificios históricos, los bosques, las granjas y las aguas que atesoramos.