La estructura metropolitana, que dibuja la forma principal de la metrópolis, está formada por aquellos ámbitos, nodos y enlaces que, por un lado, articulan y vertebran las relaciones dentro de la propia metrópolis y, por otro, la vinculan y la relacionan con los territorios que rebasan su perímetro (la región metropolitana y más allá).
ESTRUCTURA METROPOLITANA
Los elementos que componen la estructura metropolitana se han definido mediante un diagnóstico orientado a unos objetivos particulares, partiendo de la consideración de que el territorio está formado por tres niveles o capas principales:
El primer nivel corresponde a la estructura ecológica, que debe garantizar el funcionamiento de todo el conjunto de elementos físicos y naturales. Es importante prestar atención a este nivel, dado que la intervención del ser humano en el territorio (usos antrópicos) a lo largo de las últimas décadas ha alterado este funcionamiento, en especial con respecto a la conectividad ecológica.
El segundo nivel es la estructura urbana y social, que consta de los elementos que vertebran el territorio según la lógica de las personas. Este nivel, en el que la regulación urbanística tendrá una incidencia mayor, está formado básicamente por espacios de centralidad con interés particular, un sistema de vías metropolitanas que los enlazan y determinados elementos de la estructura verde. Este nivel garantiza que las personas se desplacen de un punto a otro del territorio y accedan a los grandes espacios abiertos.
Por último, el tercer nivel de estructura está formado por todas aquellas redes e infraestructuras que garantizan el funcionamiento de las ciudades. Se trata de las grandes infraestructuras de movilidad, de las redes vinculadas con el ciclo urbano de energía y agua y de las redes de aprovisionamiento y desecho de materiales.
El primer nivel corresponde a la estructura ecológica, que debe garantizar el funcionamiento de todo el conjunto de elementos físicos y naturales. Es importante prestar atención a este nivel, dado que la intervención del ser humano en el territorio (usos antrópicos) a lo largo de las últimas décadas ha alterado este funcionamiento, en especial con respecto a la conectividad ecológica.
El segundo nivel es la estructura urbana y social, que consta de los elementos que vertebran el territorio según la lógica de las personas. Este nivel, en el que la regulación urbanística tendrá una incidencia mayor, está formado básicamente por espacios de centralidad con interés particular, un sistema de vías metropolitanas que los enlazan y determinados elementos de la estructura verde. Este nivel garantiza que las personas se desplacen de un punto a otro del territorio y accedan a los grandes espacios abiertos.
Por último, el tercer nivel de estructura está formado por todas aquellas redes e infraestructuras que garantizan el funcionamiento de las ciudades. Se trata de las grandes infraestructuras de movilidad, de las redes vinculadas con el ciclo urbano de energía y agua y de las redes de aprovisionamiento y desecho de materiales.